Una guerra extinta una década antes enmarca la postrera lucha desde Sierra Morena. La dictadura enfila a los guerrilleros antifranquistas en matanzas eliminatorias, cacerías contra combatientes acusados de “bandoleros” para finiquitar también la intencionalidad de la resistencia. Las incesantes batidas por el monte tienen un objetivo: acabar con todo rastro de oposición a Franco.
Es la muerte (anunciada) de los últimos maquis. El relato histórico de la comarca atesora las llamadas partidas de Romera o de Los Jubiles. Y el eco de apodos como Once Nudos, El Corneta o El Manco, al que responden José Antonio Redondo, Alfonso Sanz y Antonio Gómez. O nombres como Claudio Romera, Justo Barrios, Diego Luque alias El Lindo. Linchados, todos, y con la levedad de la tierra como eterno atavío.
Cuentan que en la fosa adamuceña los golpistas entierran más de cuatro decenas de cadáveres. Las autopsias de la época señalan algunas sepulturas y repiten una frase: “impactos mortales de bala por la espalda”. El trabajo arqueológico exhuma a tres personas y restos de calzado, suelas de caucho, botones y un tarrito de cristal con líquido en su interior.
Desde abril de 1939 a septiembre de 1949
De julio a agosto de 2015
Andrés Fernández, Cristóbal Alcántara, Juan Fuentes y Miguel Vila
Aratispi Patrimonio